Los Escoceses y su Colegio

En el año de 1.590, el católico Felipe II, en su afán de desterrar de Inglaterra el protestantismo que había impuesto Enrique VIII, para facilitar la formación de sacerdotes católicos, fundó en España varios Colegios. Uno de ellos fue el Real Colegio de Escoceses, con sede en Valladolid, pero con una dotación en Boecillo consistente en fincas rústicas, principalmente, y un magnifico y suntuoso caserón. Este noble edificio ubicado, junto a las Bodegas, en el entorno de lo que se llamaba «El Barco de los Frailes» (recinto perteneciente al vecino convento del Abrojo) es de aspecto sobrio y funcional y se construyó en el año 1796 por iniciativa del rector Alexander Cameron. Durante cerca de dos siglos, la mansión de Boecillo fue utilizada como residencia veraniega y vacacional por los alumnos del Real Colegio de Escoceses que, desde el año 1771, se hallaba en la Calle Santuario de la capital vallisoletana. Wellington lo hizo cuartel en la Guerra de la Independencia y se cuenta que, tras la invención del fútbol en el Siglo XIX, junto a estas viñas existía un campo donde se practicaba este deporte. Por ello se cree que este lugar fuera uno de los primeros sitios de España donde se jugara al «soccer».
El Patíbulo
Justo debajo del Colegio de los Escoceses, se descubrió una bodega con un patíbulo de madera, monedas de cobre y vasijas y cántaros de barro.
Sirvió para ajusticiar a los afrancesados y oficiales napoleónicos que Wellington hizo prisioneros. Lo cierto es que hasta sus puertas demuestran que pudo servir de cárcel, ya que los respiraderos de las mismas están en la parte más baja y fuertemente reforzados con rejas de hierro. Las escrituras de propiedad dicen que se llamaba oficialmente «Los Bosqueros», por ser el lugar donde se celebraban los ágapes después de las jornadas de caza.